Todo el entorno de Dórgali es un paraíso para la espeleología, donde se concentra un número elevado de formaciones carsticas que han horadado las entrañas de la tierra formando cuevas de enorme belleza, cuyas formas son un verdadero capricho de la naturaleza.
Una de las más famosas es la gruta de Ispinigoli, en el Supramonte, que ya en los años setenta del pasado siglo se iluminó y acondicionó con escaleras. Se puede visitar durante 10 meses al año gracias a un sistema de visitas guiadas que nos conducen durante 45 minutos por la cueva.
Ispinigoli rivaliza con las estalactitas y estalagmitas más grandes de Europa, e incluso del mundo. Se ha constatado su uso como refugio en la antigüedad hasta hace unos decenios cuando los cabreros resguardaban a sus rebaños del frío, de hecho, su temperatura mantenida en torno a los 15 grados permite refrescarse en verano y calentarse en invierno.
A diferencia de otras cuevas más profundas, en Ispinigoli no hay que andar mucho para llegar a una de las zonas más admiradas, la columna pétrea de 38 metros de longitud que conecta el techo con la base de la sala. Una escalera de 280 escalones desciende hasta la base de la columna, desde donde podemos admirar esta obra de arte que ha tardado millones de años en formarse, gota a gota.
Otra de las postales de la cueva es el conocido como Abismo de las vírgenes (l’abisso delle vergini), un profundo y estrecho embudo por donde discurre un arroyo, que se adentra en las profundidades en más de 12 km de camino hacia abajo, conectándose con otras cuevas, siendo en parte inexplorada aún hoy en día. Su nombre deriva de los fenicios que realizaban sacrificios humanos para congraciar a los dioses, no en vano del fondo del abismo se extrajeron piezas de cerámica fenicia y huesos atribuidos a jovenes mujeres, de ahí lo del abismo de las vírgenes.
Como llegar
La carretera que va desde Orosei a Dorgali tiene un desvío en el km 32 de la SS125 que nos lleva a Ispinigoli
