
El museo S’Abba Frisca a las afueras de Dorgali, cerca de la cueva de Ispinigoli, es uno de los puntos culturales más interesantes de la zona costera del este de Cerdeña. Siendo uno de los museos privados con mayor número de piezas y una inmensa labor de conservación
Una cascada nos recibe en la entrada como símbolo de fertilidad y abundancia, sirviendo de hilo conductor para entender que esta zona tiene en sus suelos karsticos, horadados por la erosión del agua, un elemento que nos recuerda la frase de Heráclito, «todo fluye». Y es que pese al paso del tiempo, S’Abba Frisca recuerda con su perenne esfuerzo, que el pasado es la clave para entender el presente y construir el futuro.

El recorrido por el eco parque nos permite además de conocer especies de la fauna local, como árboles típicos de la vegetación sarda, acercarnos a algunos animales empleados en trabajos agrícolas, y cuya preservación es necesaria para evitar su extinción, como los simpáticos burros enanos que se dejan querer ante los visitantes.

Muchas de las piezas conservadas aún se utilizan y conservan en casas de particulares que durante siglos han trabajado la tierra, pero la labor de S’Abba Frisca es la de además de preservar para las generaciones venideras los utensilios, las tradiciones, y los viejos oficios de Cerdeña; la de difundir a nivel didáctico y educacional, un pasado no tan lejano.

Gracias a las explicaciones de los guías lograremos poner en valor oficios como la fabricación del pan sardo, el carasau, de las prendas a partir de la lana de las ovejas, de los instrumentos de trabajo del campo, o del pastoreo tan común y todavía vivo en Cerdeña.
En definitiva, S’Abba Frisca invita a pasar un día relajado en plena naturaleza y hacer divertido a los niños el aprendizaje sobre las costumbres sardas.